lunes, 1 de noviembre de 2010

NO AMES AL MUNDO, NI LAS COSAS QUE ESTÁN EN EL MUNDO...


El naufragio del Titanic dejó, pues, una imborrable huella en la memoria humana. El descubrimiento de los restos, hace unos años, permitió que los expertos emitieran una hipótesis que explicara cómo ese espléndido transatlántico, maravilla de la técnica, zozobró en tres horas después de chocar con el iceberg.
Muchas fueron las causas secundarias, pero una de las explicaciones de los expertos, después de haber examinado algunas muestras de los restos del buque, fue la poca resistencia de los remaches de ensamblaje del casco. Unos cuantos de ellos parecen haberse soltado, abriendo unas vías de agua que inevitablemente condenaron al naufragio al palacio flotante, reputado como insumergible.
“Dios mismo no lo podría hundir”, repitieron algunos. Tal desafío nos impresiona. Bastaron unos remaches defectuosos para que ese 15 de abril de 1912 la humanidad recibiera una severa y magistral lección de humildad, al ver que su obra de arte se hundía en las heladas aguas del Atlántico.
Muchos hoy en día desearían que esta no fuera una historia verídica sino un cuento o escena de un género dramático, pero ¡despertemos! Es real y sucedió. El lujo, el esplendor y la gloria que veían venir con relación al imperioso Transatlántico en término de tres horas quedó desvanecida. “Las palabras que antes de su primer viaje salieron de una boca impertinente y desafiante: NI DIOS LO PUEDE HUNDIR” Fueron como boomerang para el “insumergible”. La insensatez y el exceso de autoconfianza hicieron del día 15 de abril de 1912, un día fatal que dejó un saldo de 1517 personas fallecidas.
Pero lo triste es que a diario se repiten los 15 de abril, en la vida de muchas personas y familias, que consideran que tienen una vida de éxito y que por tener buen empleo, buenas prestaciones, o el hombre de negocios que tiene jugosas ganancias, piensan que eso basta y que nada se va hundir. Creen tener todo bajo control. Dura realidad y que pobreza espiritual. La Biblia dice en el Evangelio de Marcos 8: 36-37 “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Así mismo dice en I de Juan 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
2:16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
2:17 Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Si el hombre y la mujer no sustentan su vida sobre los cimientos sólidos de los principios de la Palabra de Dios, corren el riesgo de que un pequeño Iceberg (problema) los pueda hundir. Y si falla en sus empresas y no está asido de la mano de Dios, entonces le sobrevendrá la tragedia en su vida.
No confíes en las riquezas, en las ganancias que obtienes o en los bienes que posees. Recuerda hoy son, mañana serán solo parte de un recuerdo, eso pasa es efímero, tu anhelo debe ser permanecer para siempre, y para ello debes hacer la voluntad de Dios.
No amemos al mundo, ni las cosas que están en el mundo… Fundamenta tu vida en la Roca de nuestra salvación: Cristo Jesús.
Con amor para ti y para mi…

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