sábado, 1 de agosto de 2009

¡NO TE HAS DADO CUENTA QUE YA TIENES EL REGALO!





"Un hijo le solicitó a su padre que le obsequiara un lindo auto deportivo en el día de su graduación. Su padre estuvo de acuerdo que un nuevo auto sería un buen regalo para una ocasión tan especial como ésta. Cuando llegó el día, el padre y el mejor amigo de infancia de su padre fueron a la ceremonia de graduación. Después que el joven recibió su diploma, el padre, orgullosamente lo abrazó y, con lágrimas en sus ojos, le dijo a su hijo que ese era el día más feliz de su vida. Así mismo, le dio un paquete bien envuelto.

-- Estoy muy feliz al darte un presente el cual, le ruego a Dios, lo goces por el resto de tu vida...

El joven sonriente rompió la envoltura de su regalo. Pero en un instante, su sonrisa se disolvió en una mirada extraña, luego se transformó en enojo. En vez del presente que tanto había soñado - un juego de llaves de un auto nuevo - el padre le había regalado a su hijo una Biblia nueva. El asombro del joven rápidamente se tornó en ira y acto seguido comenzó a gritar...

-- ¿Cómo pudiste regalarme esto cuando tú sabías que lo que yo quería era un auto?

Levantó la biblia más arriba de su cabeza y la lanzó hasta los pies de su padre, gritando con todas sus fuerzas, -- ¡Esto es lo que pienso de tu regalo de graduación! ¡Lo odio...y te odio!

Luego dio la vuelta y salió corriendo fuera del auditorio...

-- ¡Espera...! ¡No entiendes...no es lo que tú crees! -- le decía el padre.

El muchacho enojado no escuchó la explicación de su padre, y mientras él salía corriendo fuera del edificio, su padre se tomaba del pecho y caía al piso, muriendo de un ataque masivo al corazón. Los años pasaron. En todo ese tiempo, el hijo maduró, se casó y llegó a procrear hijos. Y siempre recordaba con amargura el incidente del regalo de graduación.

Una hermosa mañana primaveral, escuchó que alguien tocaba suavemente a la puerta. Abrió con rapidez y allí estaba un anciano, con una Biblia en una mano y un bastón en la otra.

El hombre de edad mediana reconoció al anciano, ya que era el amigo de infancia de su padre, e inmediatamente lo invitó a entrar.

El anciano le dijo:

-- Yo soy un anciano, y ya no tengo mucho tiempo en este mundo. Quiero que sepas que he debatido por mucho tiempo y fuertemente sobre si debía de darte o no esta visita!

Le mostró una Biblia desgastada por los años y luego le dijo:

¿Sabes lo que hay en esta Biblia?

-Pues no sé, contestó el hombre. Nunca lo he leído.

El anciano, sin darse por vencido, volvió a preguntar:

¿Sabes lo que hay en ESTA BIBLIA...?

Mientras hablaba, él extendió su brazo hacia adelante, hasta que la Biblia estaba a solamente unas pulgadas de la cara del hombre.

-- Bueno, creo que no sé... -- respondió con un confundido tono de voz.

-- Esta es la biblia que tu padre te dio el día que te graduaste de la universidad. Yo la recogí después que tu padre colapsó, y la he guardado todos estos años, esperando el momento correcto para presentártela. Ahora es ese momento. Dejaré la Biblia contigo -- continuó el anciano. -- Y confío en que la observarás detalladamente cuando yo me vaya. Creo que encontrarás algo ahí dentro que cambiará tu opinión acerca de tu padre.

Después de guiar al anciano hacia la puerta, el hombre regresó a la parte de atrás de la casa, levantó la desteñida Biblia y comenzó a hojearla detenidamente a través de las amarillentas páginas. Mientras volteaba cada página, se recordaba de la "traición" de su padre en la noche de graduación, y revivió la ira que lo consumía, llegó a la última página de la Biblia y encontró pegadas con cinta a la última página... las oxidadas llaves de un auto nuevo. EL hombre hizo una pausa por un breve momento, congelado en el tiempo. Se quedó inerte en el silencio, recordando en su mente la fea escena que guió al fatal ataque cardíaco de su padre años atrás. Y entonces comenzó a llorar amargamente. Reconoció que fue un mal hijo y un mal agradecido…"

Parecido a este joven mal agradecido andan muchos por el mundo, creyendo, que Dios no les oye, y se molestan por sus desgracias, y le echa la culpa a Dios, ignorando lo que él es, puesto que no leen su Palabra. Si tan solo se detuvieran escudriñar el contenido de la Biblia se daría cuenta que clase de Dios es.

Otros tienen la Biblia, un gran tesoro, pero viven como mendigos y pobres, por que no acuden a ella.

La gente vive frustrada, amargada, sin visión, recordando sus desgracias, por años, y muchos hasta mueren así frustrados. Todo el tiempo tuvieron el regalo del Padre, pero por su apatía y pecado, nunca lo abrieron, así que nunca vieron las llaves de la bendición y la vida eterna que ellas contenían.

Es el momento de aceptar el regalo del Padre. ¡las llaves siempre las has tenido en tu poder, no dejes que se te oxiden. Aún estás a tiempo.

Acepta el regalo y sabrás que clase de Padre celestial tienes…

Con amor para ti y para mí…