viernes, 15 de enero de 2010

JESUCRISTO NO ES UN AMULETO


El término amuleto (del latín amuletum y significa "un objeto que protege a una persona frente a un problema") guarda cierta relación con el término talismán (del árabe طلاسم tilasm, y en griego telesma o "telein" que significa "iniciar a alguien en el misterio"). Consiste en cualquier objeto portátil al que supersticiosamente se le atribuye alguna virtud sobrenatural: atraer la buena suerte o asegurar la protección de su dueño (efecto apotropaico). Los amuletos suelen ser: gemas o piedras,estatuas, monedas, dibujos, colgantes, anillos, plantas, animales... incluso oraciones utilizadas en momentos concretos.
Los amuletos son algunos de los objetos más antiguos de la humanidad, ya que el hombre vio en ellos la forma para escapar de los males que lo aquejaban, fuesen físicos, morales o espirituales.
La creencia en amuletos está arraigada en el corazón de los pueblos o culturas, como fiel reflejo de la necesidad que el ser humano tiene de creer en algo o alguien, que le guarde de los peligros, de las hechicerías, de los demonios. Y como se ha vuelto parte del folclor de los pueblos, difícilmente se puede desarraigar del alma de una cultura. Cristo dijo; “ y conoceréis la Verdad y la verdad os hará libres”. Solo la Palabra de Dios que es la Verdad absoluta, puede cambiar la forma de pensar de las personas; ya que claro está, las creencias y costumbres, que muchas veces se conocen como tradición, en lugar de liberar, atan, en lugar de dar luz, a los pueblos los envuelve sutilmente. Lo triste de todo esto es que las personas, incluso han hecho de la Biblia y de Dios mismo un amuleto, un “Contra”. Muchos dejan una Biblia abierta cerca de la cuna de sus bebés, o en sus negocios, o en la sala de sus casas, y sostienen que por el hecho de tenerla abierta, automáticamente se hará el milagro de protección, en contra de ataques demoníacos o de la intrusión de ladrones, otros ocupan de amuleto el Salmo 91, y hasta lo tienen enmarcado en la pared de su casa, creyendo que de esa manera serán librados de todo mal. Lo mismo sucede con el nombre de Dios, muchos escriben en la puerta de entrada de sus casas o negocios, el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y no con el propósito de identificarse como fieles siervos del Señor o como cristianos, sino que lo hacen con otras intenciones, y es que para ellos el nombre de nuestro Redentor, connota solo un amuleto que les puede guardar de todos los peligros.
El nombre de Jesucristo y su Palabra no son amuletos, ni son parte del folclor de los pueblos, Jesucristo es el Verbo encarnado, nuestro Redentor, es Dios con nosotros, y el dijo en el Evangelio de Juan que vino para dar vida y vida en abundancia, el no solo desea guardar la vida de las personas o hacerlas libres del pecado, Él desea que tengan vida eterna a su lado, además Jesucristo busca que no le veamos como un simple amuleto, un objeto para andarlo en la cartera o en la bolsa del pantalón, el desea habitar en el corazón del ser humano y que éste tenga comunión permanente con él, en el Evangelio de Juan dice que busca adoradores que le adoren el Espíritu y en verdad. El vive y es Omnisciente, Omnipotente, omnipresente, y prometió, nunca dejarte ni abandonarte jamás.
En cuanto a la Palabra de Dios en Hebreos 4:12 dice:
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Y en el Salmo 119:105 dice:
Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
La Palabra de Dios no es un simple amuleto, es el mapa de la humanidad, el espejo que refleja la condición en que el ser humano se encuentra sin Cristo, es la lumbrera y la esperanza para la cansado, es la promesa de Dios para ti y para mí, es la regla de fe y conducta.
En el Salmo 1 nos dice que meditemos en ella de día y de noche, y todo lo que hagamos prosperará.
La Palabra es el maná y Jesucristo es el Pan de vida, alimento del alma. La Palabra debe ser Rhema en nuestro corazón, y vivir sabiendo que sus promesas son verdaderas, no se nos debe olvidar que” Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta” Números 23:19
Es el momento de que nos volvamos a Cristo y a su Palabra, y que obedezcamos lo que dice la Palabra en Colosenses:
2:8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Vivamos según Cristo 2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
2:10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Ahora ya sabes no hagas de Cristo y de su Palabra un simple amuleto…
Con amor para ti y para mí…

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