sábado, 22 de agosto de 2009

¿POR QUÉ PICAS LA MANO DEL SALVADOR?


103:1 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y bendiga todo mi ser su santo nombre.
103:2 Bendice, alma mía, a Jehová,
Y no olvides ninguno de sus beneficios.
103:3 El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias;
103:4 El que rescata del hoyo tu vida,
El que te corona de favores y misericordias;
103:5 El que sacia de bien tu boca
De modo que te rejuvenezcas como el águila.

Salmo 103

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó.

Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:

Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?"

El maestro respondió:

"La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, es ayudar".

Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

Esta ilustración es similar a lo que pasa en la relación de Dios con nosotros, incontables veces hemos caído en el agua y hemos estado a punto de ahogarnos y él con lazos de amor nos rescata, y luego en pago le picamos la mano. Pero las misericordias de Dios que son nuevas cada mañana y que hace salir el sol sobre justos e injustos no cambian y siempre están a nuestro favor. Pero el punto es tener un corazón agradecido, con el que nos corona de favores y misericordias Es momento de tener ambos pies sobre el Camino y no buscar atajos que de seguro conducirán a la muerte.

Es momento de vivir a la altura del Sacrificio que Cristo hizo en la cruz del Calvario.

Cada vez que se quita la mirada del Eterno, estamos como el alacrán picándole la mano con nuestras acciones. Cada vez que se deja de orar y de meditar en su Palabra le estamos traicionando. Cada vez que dejamos de evangelizar estamos saliéndonos del camino y cada vez que nuestro testimonio deja mucho que desear estamos lastimando a nuestro Salvador.

¿Por qué seguirle picando, si Él solo trata de ayudarnos y bendecirnos? Cambiemos nuestra naturaleza pecaminosa y vistámonos de la santidad de Cristo, solo así dejaremos de picar la mano de nuestro Salvador.

Dejemos que la naturaleza Santa de Dios nos revista y haga cambiar nuestra naturaleza pecaminosa.

Con amor para ti y para mí….